Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100045
Legislatura: 1882-1883
Sesión: 9 de diciembre de 1882
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 6, 70-72
Tema: Rectificando a los Sres. Marqués de Molins y Duque de la Torre en el debate sobre política general.

El Sr. PRESIDENTE: Tiene la palabra el Sr. Presidente del Consejo de Ministros.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Me levanto, Sres. Senadores, realmente, no a contestar a mi distinguido amigo particular señor Marqués de Molins, porque nada tengo que decir respecto a sus opiniones (son las mismas que ha expresado siempre, con las cuales no podemos estar nosotros conformes), y las ha expresado de una manera muy terminante al manifestar al Senado de qué modo interpreta el partido conservador la Constitución vigente, y de qué manera la interpreta el partido gobernante. De esto resulta un hecho: que el partido liberal de la Monarquía interpreta en sentido liberal la Constitución del Estado, mientras que el partido conservador la interpreta en sentido conservador. Por eso el partido conservador es conservador, y es liberal el partido liberal. (Muestras de aprobación en la derecha.)

Que conste esto, porque se ha querido decir por algunos amigos de S. S. (no se podía decir por todos) que favorecían el movimiento de la izquierda porque, realmente, el partido liberal no era liberal, puesto que hacía lo mismo que el partido conservador. (Bien, muy bien.)

Conste que, según la autorizada opinión y la siempre en todas partes y en todas circunstancias autorizadísima palabra del Sr. Marqués de Molins, pero mucho más hablando en nombre del partido conservador; conste que, según esa opinión autorizada, en nuestro puesto estamos, en su puesto está el partido liberal, [70] como en el suyo está el partido conservador: el partido conservador interpretando la Constitución como la interpreta, y el partido liberal interpretando como interpreta la Constitución de 1876. (Aprobación en la derecha.)

Es verdad por consiguiente, según el mismo partido conservador, que nosotros, lejos de hacer política conservadora, hacemos política liberal, y tan liberal, que asusta al partido conservador. (Muy bien.) Conste, repito, esta diferencia, puesto que conviene dejarla bien definida.

Otra cosa tengo que hacer constar, y es, que por más que busco, no encuentro en manera alguna ese concurso patriótico que al ilustre Sr. Duque de la Torre le ha dado el partido conservador para la realización de su pensamiento. El Sr. Duque de la Torre, mi siempre distinguido amigo, dijo de una manera terminante (y no en el calor de la improvisación, porque lo dijo en el programa escrito, programa escrito y firmado, y no sólo firmado por el Sr. Duque de la Torre, sino discutido y estudiado por los que le acompañan hoy) que el movimiento de la izquierda se realizaba gracias al concurso patriótico que le presta el partido conservador, sin el cual no hubiera podido realizarlo. (Bien, muy bien, en la derecha.) Y yo pregunto: ¿dónde está el concurso patriótico que el partido conservador da a la realización del programa de la izquierda? ¿Lo ha encontrado alguien? Pues no encontrándose ese patriótico concurso, el Sr. Duque de la Torre, por propia declaración, no puede formar la izquierda, no puede considerar como legalidad común la Constitución de 1869. (Muy bien.) Por consiguiente, y siento mucho apenar a mi ilustre amigo el Sr. Duque de la Torre, ha concluido la izquierda; es un partido muerto antes de nacer, non nato. Y es natural que así sucediera, porque venir a formarse un partido trayendo por bandera una Constitución, no es ya posible en los tiempos que alcanzamos.

Antes de pasar adelante, voy a rectificar un error que me ha atribuido el Sr. Marqués de Molins. Yo no cité más que tres Constituciones, no porque ignorara que hubiera seis o más de seis; no quise citarlas, porque bastante me apesadumbran las tres que hay en campaña, para recordar otras que todavía no lo están, pero que pudieran estarlo mañana. (Risas.)

Hace mucho tiempo que tengo la manía de creer que este país no se halla todavía normalizado, a fuerza de tener muchas Constituciones y de querer cada partido la suya: ¡qué digo cada partido! Si hay la pretensión algunas veces de que hasta cada hombre político tenga su Constitución. Figúrese el Sr. Marqués de Molins si me abrumarán las Constituciones que hay; y no quería acordarme de todas; bastaba para mi argumento decir que había tres Constituciones en juego: una que proclamaba el partido moderado, es decir, la de 1845; otra que proclamamos nosotros, porque la hemos aceptado sin ambages ni rodeos, la actual, y otra que ahora proclaman los que se llaman izquierda dinástica. Hay, pues, tres Constituciones en campaña, y a estas tres Constituciones me refería.

Por lo demás, al paso que vamos, renacerán esas otras a que ha aludido el Sr. Marqués de Molins, y nacerán otras nuevas, como ya lo ha indicado bien claramente también el Sr. Duque de la Torre en su discurso-programa, cuando tuvo la bondad de querer rectificar algunas de las frases que le había dirigido.

En efecto, señores; ya no se trata sólo del restablecimiento de la Constitución de 1869 íntegra, sustituyendo a la de 1876; no, señores, sino que decía el Sr. Duque de la Torre con mucha firmeza: ?si eso es obstáculo, mañana modificaremos la Constitución del 69 y tendremos la Constitución del 83?. Por tanto, señores, a este paso no acabaremos nunca.

No voy ahora a decir al Sr. Marqués de Molins lo que significa ese logogrifo, que no lo es más que para S. S., y en los momentos actuales para el Sr. Mosquera, pues en otra ocasión y tiempo tampoco lo ha sido. El interpretar las leyes según los distintos criterios de los diversos partidos, no ha sido aquí en ningún tiempo, ni tampoco en ninguna parte, un logogrifo, sino una cosa muy natural; precisamente es lo que separa y divide a los partidos dentro de una misma legalidad, pues sin ese llamado logogrifo no habría más que un partido.

¿En qué se diferencia de nosotros el partido conservador, más que en el distinto espíritu con que interpretamos las leyes?

Esto es, ni más ni menos, ese llamado logogrifo. Ese logogrifo sirve para deslindar los partidos en las Monarquías constitucionales, y las situaciones políticas, sean cuales fueren las formas de gobierno: y ese logogrifo es necesario, puesto que sin él es imposible la acción serena y majestuosa de los Poderes del Estado.

Yo dije siempre que el partido liberal aceptaba la Constitución del 76, pero que la interpretaría en sentido liberal con el espíritu de la de 1869. ¿En qué sentido? Lo expliqué también cuando dije que realizando dentro de la Constitución de 1876 los principios que el partido liberal había sostenido en la oposición, que eran ni más ni menos los principios consignados en la Constitución de 1869. Eso es lo que nosotros hemos prometido, lo que nosotros estamos haciendo, y precisamente lo que nos separa del partido conservador.

No quiero contestar esta tarde al Sr. Marqués de Molins, entre otras causas, porque llevo ya dos días molestando al Senado, y no quiero molestarle hoy, toda vez que quizás tenga necesidad de terciar nuevamente en el debate; pero por ahora me limito a hacer constar lo siguiente: que el Sr. Duque de la Torre no puede contar, como yo me presumía, con ningún concurso de parte del partido conservador.

Si algún conservador le ha dicho al Sr. Duque de la Torre lo contrario, no ha contado con su partido. (Risas.) Desde luego creo que ningún conservador de importancia es quien se lo ha dicho, porque, si no, su señoría es bastante cauto y prudente para no haber consignado en su programa afirmación semejante. (Muy bien, muy bien.) Conste, pues, que la izquierda dinástica se encuentra sin el concurso del partido conservador, y conste también que entre la izquierda dinástica y el partido conservador hay un partido liberal, reconocido como liberal por el partido conservador, para quien es un partido demasiado liberal, puesto que tiene miedo a sus reformas. Por consiguiente, que, en opinión de los conservadores, no debe haber ningún otro partido que quiera ir más allá: si existe ya un partido muy liberal, Sr. Duque de la Torre, no debe haber otro partido liberal que quiera ir más allá, porque sería peligroso para sí mismo, para la libertad que procura defender y para las instituciones; y en este sentido vuelvo yo a llamar la atención de S. S. ¿Quiere S. S. y quieren sus amigos que la libertad fructifique dentro de la Monarquía? Pues es indispensable que ayu- [71] den al partido liberal gobernante, llegando a nutrir las filas del partido liberal con los elementos nuevos que a él vengan (bienvenidos sean; nosotros no podemos menos de aceptarlos con los brazos abiertos), para colocarnos enfrente del partido conservador y combatirlo como adversarios, no como enemigos.

El partido conservador está en su derecho interpretando la Constitución como la interpreta, así como nosotros estamos también en nuestro derecho interpretándola según nuestros principios y compromisos.

De esta manera marchará bien la gobernación del Estado, y no vendrán perturbaciones que puedan ser ocasionadas por esa izquierda dinástica que se ha pretendido formar con exclusiones, según el Sr. Mosquera, y yo no sé también si según el Sr. Duque de la Torre. Me parece que en esto está más avisado el Sr. Duque de la Torre que mi respetable amigo el Sr. Mosquera. Tengan si quieren SS. SS. esa aspiración; constitúyanse en vanguardia del partido liberal, que gran beneficio puede producir al mismo y a las instituciones esa vanguardia, que necesita el partido, como necesita también el lastre de la retaguardia; pero no pretendáis crear otros nuevos, porque ya veis la suerte que os espera con relación al partido conservador, que creíais que os podría ayudar en esa tarea. No, en esa tarea no os ayudará nunca: podrá alentaros por estrategia; os ayudará a dividir las fuerzas liberales, a debilitar al partido liberal, porque los partidos suben al poder por dos causas: o por fuerza propia, o por debilidad del partido contrario. No sean, pues, el Sr. Duque de la Torre y sus amigos causa de la debilidad del partido liberal, porque ellos serán responsables de su caída y de la pérdida de la libertad.

Doy las gracias al Sr. Marqués de Molins porque en nombre de su partido ha aclarado una situación bastante nebulosa. Siempre me figuré que los conservadores tendrían el patriotismo que es necesario para asegurar las instituciones y lograr la felicidad de la Patria. Tanto como el partido liberal puede contribuir el conservador a realizar esta sacratísima misión. Doy, pues, las gracias a S. S., porque de ese modo ha despejado el campo de la política. Ya sabemos que el partido conservador está en su puesto, combatiendo las reformas que hace el partido liberal: cada cual interpreta según sus principios y compromisos la legalidad común, la legalidad vigente, la Constitución del Estado; esto es lo que naturalmente constituye la alternativa pacífica y tranquila de los partidos en el poder: cada uno llamado a su tiempo y con oportunidad, según los merecimientos que tenga en la opinión pública. No tengo más que decir. (Muy bien, muy bien. Muestras de aprobación.) [72]



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